Uno de los beneficios más palpables a primera vista es que en el medio acuático los cuerpos pesan menos, por lo que las articulaciones no sufren tanto y, además, se recupera una agilidad que fuera del agua se ha ido perdiendo con los años. El rejuvenecimiento se siente rápidamente en el cuerpo y en la mente.

Con la práctica de la natación regularmente por parte de los ancianos, hay una prevención de problemas de tipo cardiovascular, una mejora de la circulación sanguínea, más posibilidades de movimientos que fuera del agua, tonificando y ejercitando la musculatura general, mejora de lumbalgias y problemas de espalda y equilibrio de las tensiones entre otros beneficios.

Todo son ventajas a nivel físico, ya que la natación es un deporte nada agresivo para el cuerpo y, además, psicológicamente, ayuda a mejorar las depresiones y tristezas típicas de la edad, estimula la mente y da una sensación placentera y de bienestar muy favorable para las personas de la tercera edad.